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No matemos la esencia.

Ayer celebramos el Día de las Madres en República Dominicana y en otros puntos.

Es una de las jornadas de mas intensidad comercial. Es altamente llamativo el despliegue de publicidad a través de los medios de comunicación.

Cualquier ciudadano pudiera decir y que de novedad hay en esto. Pues, siento que las redes sociales han estado promoviendo un elemento extraño, ajeno al espacio sagrado que se consigna en el calendario para agradar a quien nos trajo al mundo.

Nos referimos a la profusión de diferentes videos con mensajes en los que las progenitoras exigen una satisfacción material, como si fuera esa la única manera de sentir satisfacción por la celebración del día.

Y, ello nos lleva a pensar en como la sociedad ha ido evolucionando hacia una parte material. De cómo el mercado lo condiciona todo. Hoy parece intrascendente el amor filiar. El orgullo del hijo por la hoja de servicio en el núcleo social de su padre o viceversa.

En estos días parece que solo importa si es bajo o si es alto el precio que se pagó por el artículo obsequiado.

Reflexionemos sobre eso. A dónde queda el amor. Cómo repetirnos en el camino de la gratitud y el desapego a lo material.

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