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A Anibel también la mató el Sistema

Poco a poco y sin querer, la sociedad ha ido acostumbrándose a casos verdaderamente alarmantes y espantosos, que van más allá del decomiso de una gran cantidad de toneladas de marihuana o cocaína, en uno de nuestros puertos o, el desmantelamiento de una narcobanda liderada por quienes con ayuda, complicidad o colaboración, “abusan”, aun con el cerco que le impone la poderosa DEA.

Sí…ciertamente hemos perdido la capacidad de asombro; tanto que como si se tratara de una competencia desleal, tras el caso que mas conmueva a la sociedad, vivimos a la espera del siguiente; el que sacará al actual de los titulares y de la opinión pública.

Y es que, cuando hace poco más de dos año vivimos con el caso Emely lo que creíamos ver solo en películas de terror, vuelven nuestras heridas a sangrar con el asesinato de Anibel, una joven que como otras que murieron en el intento, no pudo escapar del cerco que le impuso el padre de sus tres hijas.

Del infierno en que vivía Anibel, tenían conocimiento las autoridades, que favorecieron con la libertad a su verdugo, sin haber cumplido la condena que purgaba por intentar matarla a puñaladas, en el 2017.

Hoy, cuando nada se puede hacer, con pena escuchamos a sus amigos y parientes decir que “Él se enfermó con eso. El sistema y ella creyeron en él, pero le falló a la justicia y a la sociedad”.

No hay dudas de que Anibel murió ahogada por las lagunas y debilidades del mismo Sistema que hace siete años mató a Miguelina Martínez, en Santiago.

Dos tragedias en tiempos diferentes, pero con causas y consecuencias similares.

El verdugo de Miguelina, Jonathan de Jesús, padre de dos de sus 4 hijos, había salido con libertad “comprada” de la cárcel de Mao, donde permaneció un año por haberle propinado varias puñaladas.

En el caso de Anibel, su verdugo, Yasmil Fernández, igual estuvo preso por haberla apuñalado, dos años atrás.

Indica esto que, el Sistema sigue siendo el mismo que atenta contra otras mujeres que igual, piden protección, porque no quieren ser “una más”.

Los actores de la justicia deben estar mas que claros de que ni con velas,  pancartas y gritos por justicia y, menos con minuto de silencio en el Congreso, se devolverá la vida a las familias destruidas.

En este caso fueron los suspendidos actores del sistema judicial en San Pedro de Macorís, los que con sus acciones sentenciaron la muerte de la joven Anibel González, quien recorrió las vías correspondientes en busca de auxilio, pero las puertas estaban cerradas; bloqueadas con un acuerdo parcial que ahora se bate de boca en boca, sin que alguien asuma responsabilidades.

 

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