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ENFERMEDADES TRANSGENERACIONALES

En las enfermedades transgeneracionales se considera que las emociones de las personas afectan cuando las proyectan sobre otras, en forma de reclamos, exigencias, agresiones, etc. Pero también es evidente que afectan incluso cuando dichas emociones no son expresadas.

Cuando se está conectado con una persona que puede ser importante, el estado de ánimo de esa persona tiene un impacto sobre la otra, incluso si no se tiene una comunicación física de ningún tipo. Cuando se siente algo así, a veces se puede dar cuenta de que algo está pasando “al otro lado”, y al llamar para preguntar se confirma que efectivamente algo estaba perturbando las emociones y la conexión entre las personas.

Las constelaciones familiares se basan en la observación de cómo el comportamiento y sistema de creencias de una persona se presenta como una reacción a la historia familiar. Más allá de la educación y experiencias que una persona vive durante su infancia, se encuentra con la repetición de situaciones que la persona no vivió, pero que sí sucedieron en el sistema familiar. Y muchas de estas situaciones son totalmente desconocidas para la persona que las repite, de manera que se habla de lealtades invisibles y de memoria familiar. Dicha memoria es transmitida a través de actitudes inconscientes que quedan grabadas en la mente, en forma de percepciones o sensaciones más o menos conscientes.

Pero también se puede hablar de epigenética, que es la forma en que ciertas moléculas activan o desactivan la expresión de cadenas genéticas. Las situaciones de supervivencia biológica (real o percibida por el cuerpo a través de las emociones) movilizan dichas moléculas, algunas de las cuales son transmisibles genéticamente. Mismo ADN, en cuanto a base de datos biológica, que se expresa en base a los marcadores que son activados.

El enfoque sistémico ayuda a entender que los desequilibrios que una persona manifiesta están conectados con desequilibrios en alguno de los sistemas a los cuales pertenece (familia, trabajo, raciales, etc.). El individuo está tomando una responsabilidad o carga que no le corresponde dentro del sistema, para compensar un desequilibrio actual o pasado.

Algunos desequilibrios son de tipo emocional, como la relación entre los papás y la forma en que un niño ha integrado los conflictos de pareja en su psique. También pueden deberse a situaciones familiares de dolor, susto, peligro, angustia u otras sensaciones, que quedan conectadas a las emociones y contexto del momento y después se perpetúan y reactivan como automatismos psicológicos.

Se puede ser un ser multidimensional, y cuando se trabaja terapéuticamente, todas esas dimensiones deben ser sanadas, aunque un impacto en cualquiera de ellas se extiende con mayor o menor fuerza hacia las demás. Así, un problema físico de enfermedad o dolor refleja que el cuerpo ha formado “nudos” en los puntos del cuerpo que guardan memoria del “susto”. Por ejemplo, miomas o problemas en los ovarios.

Si surge la emoción es porque hay una creencia que la alimenta, que hace que surja una y otra vez, y ésta proviene de patrones familiares repetitivos o alguna lealtad o juicio al linaje familiar. En el ejemplo, puede haber una idea de que tener hijos es peligroso, quizá la mamá fue rechazada por su papá por haberse embarazado en condiciones “inaceptables”. Dichas creencias y emociones también suelen estar conectadas con experiencias de vidas anteriores, de manera que lo que quedó pendiente en una vida pasada para sanar en ésta, genera eventos que reproducen el mismo arquetipo y le dan continuidad al proceso de evolución del alma. En el ejemplo, la misma mujer pudo perder a sus hijos en otra vida generando una huella de dolor hacia la reproducción.

La constelación familiares consiste en realizar una especie de representación de teatro sobre un escenario, donde la persona que va a constelar, escoge a las personas, figuras u objetos que van a representar a los miembros de su familia, situaciones o síntomas, con el fin de poder observar con perspectiva cuál es la dinámica inconsciente presente en su sistema, por la forma en que son ordenados los miembros entre sí, las sensaciones que estos manifiestan, y el movimiento que los reconduce a otro lugar o actitud.

Los tres principios básicos de la terapia con constelaciones:

Derecho a pertenecer, la familia tiene una memoria y todos sus miembros ya sea por vínculos sanguíneos o por haber tenido una influencia fuerte influyen en su desarrollo. 

Prioridad anteriores cada miembro, en el transcurso de su vida, tiene las mismas posibilidades de desarrollarse. Un conflicto familiar debe ser tratado teniendo en cuenta quienes son los “anteriores” y quienes son los posteriores’’, cual es la función de cada uno y el tipo de relación entre sus miembros.

Equilibrio dar y tomar cuando un miembro ‘’da’’ demasiado o, al contrario, cuando alguien ‘’toma’’ algo que no le corresponde, esto genera una desequilibrio que puede tener consecuencia en toda la red familiar.

Las interferencias espirituales no permiten sentir e interpretar con claridad el campo energético del consultante. Una interferencia espiritual es una memoria que no pertenece a la persona, pero que cobra vida y le afecta porque ha quedado adherida a ella por resonancia o por una intención. Un ejemplo puede ser sentir la presencia de un hombre sometiendo al consultante o estrangulándolo y que en realidad es una memoria de venganza sobre un ancestro que está cargando.

Las interferencias llegan de situaciones de casi-muerte: en el embarazo o nacimiento, enfermedades o accidentes graves, cirugías. Con frecuencia son muertos que sienten el cuerpo disponible porque el alma se retiró por el susto, y toman un lugar.

Las interferencias que suelen molestar más y ser más laboriosas son las brujerías. Se le llama brujería a utilizar técnicas especiales para movilizar seres espirituales y desencarnados con la intención de generar un efecto en otras personas, ya sea de daño, persuasión, atadura, etc.

Hay miles de frases desde el punto de vista emocional, espiritual, de creencias, etc., que básicamente suponen una reprogramación, una aplicación de la PNL o incluso de EFT o Hoponopono a la representación.

Son frases que cobran una fuerza espectacular sanadora cuando el consultante o el personaje implicado las recibe de alguien que representa a quien estaba implicado, generando una sensación de liberación e incluso un cambio en la forma de relacionarse, cambiando de la supervivencia con predominancia de neurotransmisores de alerta/lucha/ huida al crecimiento y la expansión con neurotransmisores de confianza/vínculo/placer/motivación. La base del proceso o actitud básica se representa con esta frase y lo que implica, porque las frases solo tienen poder en la medida que se está consciente de su significado y se le da profundidad:

Lo lamento, ojalá hubiera sido diferente, te agradezco lo que me has mostrado. Con todo mi Amor/ Bendiciones, te libero, me libero y te dejo ir”.

LA TRANSMISIÓN DE LA VIDA PSÍQUICA

El hombre existe como individuo y como miembro de una cadena generacional que cumple sin su voluntad consciente los objetivos del grupo y la especie. Existe un impulso por transmitir, un imperativo psíquico, una necesidad inconsciente vinculada a la pulsión de conservación y de continuidad de la vida psíquica. Esta pulsión de conservación, integrada en eros, constituye el inconsciente hereditario y su objetivo es la transmisión de la genética y la cultura a los sucesores.

Es inherente al ser humano la pertenencia al grupo. Desde el nacimiento, ya somos miembros de distintos espacios psíquicos intersubjetivos desde los cuales nos es transmitida por vía psíquica la formación de ideales, las referencias identificatorias, las representaciones, los mecanismos de defensas, creencias, mitos, ritos e ideologías. En la concepción del sujeto psíquico como inseparable del grupo, es donde se entrecruzan la transmisión intrapsíquica y la intersubjetiva.

La familia es el grupo primario y el espacio originario de la intersubjetividad, donde el niño hereda el material psíquico indispensable a través de sus filiaciones materna y paterna. Son los vínculos intersubjetivos de apuntalamiento e investiduras narcisistas, los enunciados de prohibiciones fundamentales que ponen en marcha la representación de cada uno y se constituyen los objetos, los vínculos de identificación y las estructuras básicas del yo y superyó (Kaës, 1993).

Freud se interesó durante toda su vida por la transmisión de la vida psíquica, y fue desarrollando este concepto de transmisión a lo largo de su obra, concepto para el que empleó el mismo término que para el de transferencia.

En La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna, Freud (1908) señala la influencia de la moral sobre la génesis y desarrollo de las neurosis, introduce la noción de una transmisión hereditaria y subraya el fenómeno de la repetición de prototipos de relación de objeto, identificaciones y escenas fantasmáticas de una generación a otra. Es así como la enfermedad neurótica se transmite de padres a hijos.

En Análisis terminable e interminable vuelve sobre el debate entre lo innato y adquirido, el concepto de herencia arcaica de Tótem y tabú aparece aquí matizado al incluir factores de la historia personal y la etiología específica individual. En Moisés y la religión monoteísta  afirma que la herencia arcaica del hombre la forman fragmentos de vida psíquica transmitida de generación en generación que constituyen el bagaje inconsciente: “en la vida psíquica del individuo tienen eficacia no solo los contenidos vivenciados por él mismo sino otros que le fueron aportados con el nacimiento, fragmentos de origen filogenético, una herencia arcaica, lo que sería el factor constitucional del individuo”. La consideración de las huellas mnémicas referidas a lo vivido por generaciones anteriores le añade amplitud e importancia a la herencia arcaica y se amplía la dimensión ontogenética a la filogenética.

De hecho, múltiples estudios demuestran cómo ciertos trastornos mentales (como, por ejemplo, la esquizofrenia, trastorno bipolar, trastorno depresivo mayor) se transmiten de padres a hijos (Zeynel y Uzer, 2020).

Un evento traumático puede generar modificaciones en la expresión de los genes de una persona, predisponiéndola a posibles trastornos o conductas fuente de ese trauma no trabajado o una susceptibilidad neurobiológica.

ALGUNOS EJEMPLOS

La transmisión transgeneracional de un evento traumático en la figura materna, previo a la concepción, puede generarse a través de alteraciones en múltiples factores a lo largo del desarrollo.

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