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La indecisión del presidente Abinader y sus preocupaciones

No somos especialistas en iridología, ni expertos en salud mental para poder viajar a través de las ventanas de los ojos del Presidente, y observar sus conflictos internos o su estado de salud; pero con algo más de 6 décadas cumplidas, nos sentimos facultados para analizar los indicios que podemos captar en el comportamiento de muchos de nuestros congéneres.

Decía don Juan Bosch, ese maestro de maestros, nacido precisamente cuando terminaba junio de 1909, “que de la cuidadosa observación de la realidad y de la práctica, nacen las teorías más completas”; y esto se aplica a todo, tanto en el comportamiento colectivo como al individual; por ejemplo: el resentimiento mostrado por el ex presidente Hipólito Mejía en el discurrir de su carrera política, es propio del segmento generacional en el que se desarrolló.

El ex presidente Mejía proviene de las agrupaciones de centro izquierda y de la misma izquierda dominicana que, adversaban al profesor Juan Bosch y a todo lo que oliera a él; porque creían que, los que tenían derechos de herencia a liderar la oposición dominicana contra Balaguer eran ellos. En esa época, había políticos periodistas, cuyas columnas y crónicas estaban enfocadas en el descrédito al ex presidente Bosch.

La aversión de Hipólito Mejía frente a los discípulos de Juan Bosch, que muestran inclinaciones intelectuales como las de su maestro, es propia de esa izquierda generacional que, apreciaba más un “tigre” bravucón y burlón, que a una persona estudiosa y de fino intelecto; en otras palabras, eran amantes de la “revolución del arrabal y la parranda”, o en palabras del propio Bosch, del “liderazgo lumpen proletario”.

El detrimento de los servicios públicos, propio de todos los gobiernos de corte perredeísta o perremeísta, que es la misma cosa, preocupa al presidente Abinader; como le preocupa también la violencia y la inseguridad ciudadana que, mantiene al pueblo en una angustia psicológica imposible de erradicar, mientras el orden del día sea el asalto a mano armada, el asesinato a mansalva, las peleas violentas por los puntos de drogas y la extorsión policiaca en cualquier punto del país.

Con todo y que la situación no ha cambiado, se han acallado las críticas a la llamada reforma policial. El Sr. Pepe Vila continúa cobrando su furgón de dólares y todas las ramas de la seguridad ciudadana continúan manga por hombro; estamos tan inseguros ahora que después de tantos meses y tantos pagos a Pepe Vila, hemos tenido que buscarle un escondite a la Procuradora General de la República y a su familia.

Con la misa en salud, que se ha querido hacer, al escandalizar con la publicación de las auditorías de la Contraloría General de la República, creemos que buscan tapar un escándalo mayor; ¿Cómo cuál? ¿Qué les parece, la magia de prestar sesenta mil millones de pesos en una semana de los aportes del Banco Central para reactivar la economía a tasas preferenciales? Jajaja… toda la prensa habla de las irregularidades mostradas por esas auditorías, mientras $60,000 millones vuelan en uñas desconocidas en un tiempo récord, propio de Guinness.

Bueno, si el Presidente no es parte de estas cosas, es razonable que esté preocupado, no pueda dormir y mucho menos tomar la decisión de reelegirse, que es lo que debe hacer y afrontar la derrota que coronará su período presidencial.

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