En el siglo 19 Europa era estremecida por una corriente nacionalista, donde se priorizaba la libertad individual y colectiva. Mientras que en las colonias españolas se subsistía entre el abandono, el hambre, y la entrega a nuevos interventores.
Pero también se mantenían las ideas colonialistas, de hombres que no pensaban ni luchaban por ser libres, sino que su accionar estaba dirigido a ser vasallos de los españoles. A pesar de los aires de libertad, el sometimiento a España, potencia extranjera dominante, era todavía una corriente importante.
Juan Pablo Duarte y los hombres y mujeres de Los Trinitarios soñaban con fundar una república libre y soberano, sin ser pisoteados por una gran potencia, o un odioso interventor, como era el caso de los haitianos.
Para Duarte y sus compañeros era vital lograr la independencia de Haití, pero sin caer en las garras de los españoles, como era el dictamen y la ambición de los anexionistas, encabezados por Pedro Santana.
Si miramos sin parcialidades a la historia, la libertad y la independencia siempre han sido un anhelo de los dominicanos, y buscando esa conquista se ha derramado mucha sangre, y cementerios se han llenado de cadáveres.
El devenir histórico nacional ha estado tachonado de las traiciones, de los gobiernos dictatoriales, de los generales de sable en mano y de los déspotas ilustrados. Pero sobre los deseos de ahogar la libertad, se ha impuesto el sacrosanto principio de una república libre e independiente, enfrentando a todos los poderes extranjeros.
En instantes fugaces los dominicanos han sido libres. Se impuso la idea de la república soberana, pero el poder de los anexionistas logró desarticular el movimiento febrerista. Duarte fue deportado y la tea de la revolución.
La restauración reafirmó la idea republicana, en medio de luchas intestinas, que parieron a la férrea dictadura de Ulises Heareuax. En medio de guerras intestinas se llega al siglo 20, etapa de dictaduras y desconocimiento de los derechos humanos.
Cincuenta años del siglo pasado transcurrieron bajo el dominio de Rafael Leónidas Trujillo Molina y el doctor Joaquín Balaguer. Etapas de lucha permanente, donde los dominicanos enfrentaron dos intervenciones militares de los Estados Unidos.
Hoy sigue en pie la idea redentora de que los dominicanos no permitirán que perezcan las libertades y la democracia en el país, y que nunca jamás nuestro territorio será mancillado por potencias extranjeras. Loor a los que cayeron defendiendo la libertad. ¡Ay!, se me acabó la tinta.