La Iglesia Católica públicamente y las demás iglesias cristianas supongo que de otra manera, han entrado en el juego electoral llamando a votar por los legisladores que defiendan lo que ellos llaman el derecho a la vida que tiene que ver con el embarazo poniendo el derecho al feto por encima de su progenitora.
La Iglesia Católica que conforma un Estado con todas las de las leyes es la entidad que ha salido adelante con este proyecto, actividad que realiza en cada proceso electoral.
En esta oportunidad promovió un encuentro religioso con una serie de candidatos que dicen defender la vida por tanto no son pro muerte, que serían los que no se prestan a ese juego religioso que pone de lado a la ciencia sólo por cuestiones religiosas y hasta oportunistas cuando se trata de algunos políticos.
El discurso es harto conocido, nos oponemos a las causales abortivas en defensa del feto que ha de nacer aunque a la madre se le lleve el parto, que al final es quien engendra al bebé.
Esos políticos en campaña que fueron al encuentro religioso ojalá que sus conciencias estén tranquilas para su propia salud mental.
Muchas de esas pantomimas son sólo actos de campaña, en la vida real otras cosas pueden suceder.
El sacerdote Manuel Ruiz encargado de la pastoral de comunicación de la iglesia católica realiza su encuentro de buena fe y para promover su ideología lo que no critico al fin y al cabo ese es su trabajo.
Sin embargo muchos de los promotores de las ideas religiosas contrarios a la aplicación de la ciencia y en busca de algunos votos dejan mucho que decir.
Todo es cuestión de oportunidad y si las cosas se aplicaran como dicen los votantes ya tendríamos Código Penal por encima de las tres causales a las que se les buscaría la vuelta de otra manera.
Pero no es así, se prefieren tener un Código Penal obsoleto y hasta promotor de los más letales delitos contra la sociedad que aprobarlo por encima de cuestiones ideológicas.
La población es la que elige y si fuera inteligente que muchas veces no lo es, dejaran de lado a los que han dado vueltas por más de 20 años a la probación no sólo del Código Penal más moderno, sino a otros instrumentos de aplicación de ley que mueren en el Congreso en espera de mejor suerte para beneficio del país.
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