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Por una paternidad responsable y comprometida

El tema de la paternidad responsable y comprometida debe ocupar un sitial de relevancia y atención en la sociedad de hoy. Esta temática nunca debería pasar de moda, o ser relegada a meros enunciados, discursos o lamentos momentáneos, cuando solo se trate de la ocurrencia de casos sonoros que vulneran o transgreden el orden público y las buenas costumbres; y que en ese sentido llaman la atención a la ciudadanía cuando encierra cierto nivel de influencia mediática a pesar del daño que acarrea a un país.

Por consiguiente, al concederle ese tratamiento social tan superficial; entonces lamentablemente se estaría validando y normalizando progresiva y peligrosamente la degradación y decadencia de los valores familiares. Esa práctica negativa debemos ir desmontando y erradicando, ya que de no realizarse se podría llegar al extremo de una descomposición severa, que influya en la deshumanización.

Lo expresado con anterioridad, lejos de alarmar, constituye un llamado de conciencia, para que más allá del morbo, espectáculo o búsqueda afanosa de likes que pueda representar en las plataformas de las redes sociales esos casos escandalosos; nos deben mover a que contribuyamos juntos en la recuperación y el fortalecimiento de los valores familiares.

Claro está, esto debe funcionar como acción conjunta e integral entre los distintos actores de la sociedad; y por supuesto los medios de comunicación juegan y deben jugar un papel muy importante para la transmisión de mensajes positivos con ese propósito.

Por tanto, la obligación de ser padres responsables y comprometidos es siempre una insoslayable necesidad más allá de todo tiempo. Nos dice Nelson Mandela al respecto que: ¨Nada dice más del alma de una sociedad que la forma en que trata a sus hijos¨. En ese orden, desde el Estado se debe promover y fomentar una vigorosa paternidad y maternidad responsable, colocando dicho ejercicio como prioridad dentro de las políticas públicas sociales.

Esto sería una respuesta oportuna y atinada ante la preocupación expresada por parte de diferentes sectores, por la creciente violencia, el desborde de la criminalidad, la corrupción, la promiscuidad, drogas y otros tantos vicios perniciosos; los cuales guardan relación en muchos de los casos, con una familia mal dirigida por el antitestimonio de sus progenitores; quienes no están desempeñando las funciones que les corresponden ante sus hijos y la sociedad.

Es que ser padres y madres es mantener la responsabilidad ineludible, de participar en procura de coadyuvar al desarrollo integral de sus hijos, compromiso que se inicia desde el momento en que decidieron tenerlo, con la plena conciencia de que procrear un ser humano involucra atenderlo en todas las direcciones, es decir, alimentación, salud, vestimenta, vivienda, amor, protección, educación, honestidad, en la supremacía del bien, entre otros detalles materiales y espirituales. Esto evidencia que su ejercicio pleno contribuye para el desarrollo humano.

En consecuencia, este tiempo urge despertar una maternidad y paternidad responsable, que no se circunscriba a una cuestión de número y tiempo para tener los hijos, como si fuera algo insustancial; sino que también nos preocupemos en la formación que les daremos a esos seres humanos y cuya entrega incidirá de manera directa en la sociedad. Despertar el sentido de ser padres, es ir redescubriendo el amor conyugal como forma de comunión profunda y clave importante para la recuperación del tejido social, la construcción de la paz y una sana convivencia ciudadana.

Emprender dicha tarea responsablemente implica la misión de acompañarlos, guiarlos y estar comprometidos con ellos hasta que lleguen al puerto de la madurez, valorando la dignidad humana y el sentido de la vida más allá de los desafíos y obstáculos. En definitiva, haber conseguido que nuestros hijos se conozcan, se hayan aceptado y se quieran como son; y que sean capaces de superar retos y amen la vida y luchen por la felicidad.

En la Encíclica Familiaris Consortio (FC) San Juan Pablo II expresa que: ¨La familia es donde se fragua el futuro de la humanidad¨. Tenemos que luchar para tener familias sanas y así tendremos una sociedad sana. El bien en la humanidad nunca debe pasar de moda.

ANGEL GOMERA

Abogado

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