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Poder, espionaje y corrupción en la República Dominicana

Quienes hemos vivido las últimas 6 décadas de la vida social, política y económica de la República Dominicana, podemos hacer deducciones y conclusiones muy acertadas sobre situaciones pasadas, si hemos tenido la suficiente lucidez y paciencia para observar los hechos en el espacio tiempo que nos ha tocado vivir.

Pasada la Guerra Civil de 1965 el Dr. Joaquín Balaguer fue proclamado Presidente de la República, luego de una falsa electoral preparada con la supervisión de unas fuerzas interventoras, legalizadas por la Organización de Estados Americanos.

Contrario a lo que nos quiso hacer entender el discurso de los Constitucionalistas, de que el arrojo y el heroísmo de las masas populares, aportando más de 3,000 vidas en esta revuelta de 1965, había frenado el propósito estratégico de los sectores conservadores, este baño de sangre apuntaló las bases para el juego de poder de los 12 años del Dr. Balaguer.

Durante la dictadura de Rafael L Trujillo, el poder del Estado nunca fue delegado a manos particulares; Trujillo creaba una institución, incluso para repartir las canonjías para amigos y familiares; si él necesitaba beneficiarse de algún negocio del Estado, se legislaba o se decretaba con sellos institucionales desde los poderes del Estado, sobre el asunto en cuestión.

Así el espionaje, el cual el pueblo bautizó como caliesaje, era ejercido por una institución estatal que se denominó Servicio de Inteligencia Militar, el famoso SIM. El mismo, dependía de agentes militares y civiles diseminados en toda la geografía nacional, los cuales eran rotados de territorio de acuerdo a la necesidad del gobierno.

Esta red cumplió a cabalidad su objetivo de mantener el régimen enterado de los movimientos de los enemigos internos, hasta que cayó en manos de Johnny Abes y se convirtió en una agencia de terror ciudadano.

Los 12 años de Joaquín Balaguer, trajeron otro tipo de espionaje manejado desde el Estado; el Dr. Balaguer tenía un dominio pleno de las desavenencias y luchas internas de las instituciones armadas del país, y de una manera muy sabia aprovechó estas circunstancias para permitir crear un departamento de inteligencia militar en cada una de las ramas, pero con nombres diferentes que disfrazaban sus propósitos.

Los calieces en los 12 años, no pasaban más allá de los dominios de un fiscal de pueblo o un cuartel de policía; el real seguimiento a los sectores de la izquierda con planes de subversión era dado por las diferentes ramas armadas del Estado; el asesinato el 24 de septiembre de 1970, del Ing. Amín Abel Hasbum a manos de una patrulla mixta de policías y militares, no deja dudas a esta realidad.

En nuestro país, es un comportamiento clásico que, personajes de diferente pelaje quieran congraciarse con los sectores políticos al frente de los gobiernos, para obtener ventajas sociales y económicas; así es que aparecen los chupamedias que quieren integrarse a los servicios de seguridad, con la excusa de servirle al líder u hombre de poder de turno.

El odontólogo Frank Cabral Carcaño se convirtió en una figura pública, a partir de sus actividades de seguimiento a políticos y a empresarios durante la década del 70 y principios de los 80s del siglo pasado; era una labor rudimentaria combinada con técnicos del monopolio telefónico de aquellos años, pero le permitía acceder a informaciones importantes de la principalía política y empresarial de la época.


El presidente Balaguer usó en dos ocasiones una misma información que, a través de sus agentes le sirvió el Dr. Cabral Carcaño para “el objetivo que usted considere conveniente Sr. Presidente”.

La primera vez, fue antes de presentarse a la reelección en 1978, cuando, ante una bofetada que le dio el general Nivar Seijas a un aspirante a la candidatura en presencia del Presidente, le pregunta a Balaguer, ¿Sr. Presidente, Usted cree que esta mi… puede ser presidente de República? A lo que el Dr. Balaguer responde: “No, él tiene una cola muy larga y muy dulce para ser presidente”.

La segunda ocasión fue para las elecciones de 1994, cuando el Lic. Fernando Alvares Bogart amenazó con revelar datos sobre familiares del presidente Balaguer ligados a la corrupción; esta vez una sola expresión del Presidente terminó el affaire: “Si toca esa tecla se hunde.”

Después de Cabral, el dominio de espionaje privado pasó al poder de la familia Gómez; comenzando por el Sr. Daniel Adriano Gómez que, según él veía por “el ojo de la cerradura”; y siguiendo con su hermano, el periodista Guillermo Gómez que, ha delegado su imperio a su hijo Jochy Gómez.

Los escándalos de hoy que, tienen en ascuas a la sociedad dominicana, y cuyas consecuencias no pueden ser tratadas en unas cuantas cuartillas, sorprenden a muchas personas porque con las preocupaciones del diario vivir, a la gente común no le preocupa que las serpientes se muevan a su alrededor, creyendo que nunca les morderán.

Cuando Jochy Gómez amenazó a doña Alicia Ortega y a su esposo, ellos guardaron silencio y Gómez se replegó; nos preguntamos, ¿Qué habría pasado si se hubiera dado el mach?

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