Tras la salida del profesor Juan Bosch del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en el año 1973, dicha organización logró mantenerse vigorosa, dado que ya existía un liderazgo emergente que asumió de manera inmediata el vacío dejado por su fundador. En ese contexto, el doctor José Francisco Peña Gómez se consolidó como la figura de relevo, y el PRD, con sus virtudes y deficiencias, continuó desempeñando el rol de principal fuerza opositora.
Posteriormente, el profesor Bosch fundó el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), estructurado bajo un modelo de mando vertical. El funcionamiento de esta nueva organización implicaba que todas las decisiones debían emanar de los distintos niveles orgánicos, conforme a las atribuciones que los estatutos conferían a cada instancia.
Las resoluciones adoptadas por cada órgano establecían las directrices que debían seguir los demás miembros pertenecientes a la misma estructura jerárquica.
El diseño institucional del PLD incorporó un modelo de verticalidad semejante al de la jerarquía militar o eclesiástica, como medida preventiva para evitar el desorden en la toma de decisiones, restringir la proliferación de núcleos de poder autónomos y bloquear cualquier intento de promoción personal que pudiera derivar en liderazgos alternativos al de su fundador, el profesor Juan Bosch.
Uno de los principales objetivos en la creación del PLD fue precisamente identificar las debilidades estructurales del PRD en cuanto a su funcionamiento institucional, con el propósito de no replicar los errores que históricamente habían afectado a dicha organización.
En este nuevo escenario, la figura de Juan Bosch era la única autorizada a ser promovida públicamente. Se prohibía expresamente la promoción personal de los demás dirigentes, en contraste con el PRD, donde se permitía el desarrollo libre de proyectos personales y grupales. En el PLD, por el contrario, se impedía la formación de corrientes internas que pudieran socavar la institucionalidad partidaria.
El modelo adoptado por el PLD, centrado en una dinámica de organismos por encima de las individualidades, restringía significativamente la aparición de nuevos liderazgos. Como consecuencia, también se dificultaba la generación de un relevo político ante una eventual ausencia de su líder fundador.
A lo largo del tiempo, ha persistido el debate sobre la naturaleza del liderazgo de Juan Bosch en el PLD: ¿ejerció un rol de guía institucional o derivó en una figura de corte caudillista? Lo indiscutible es que Bosch fue el único presidente y el único candidato presidencial del partido durante todo el período en que se mantuvo activo en la política.
El PLD nació con una ideología influida por las corrientes de liberación que predominaban en la época, lo cual dificultaba precisar con claridad su definición ideológica. A pesar de que Juan Bosch hizo declaraciones de orientación marxista, el partido no adoptó una posición esencialmente de izquierda. Esta ambigüedad —no participar en procesos electorales inicialmente y luego sí hacerlo— consolidó su carácter de organización sin un paradigma ideológico claramente definido.
En la próxima entrega, continuaremos con el desarrollo del PLD.