SANTO DOMINGO, RD.- La noche del 16 de mayo de 1978, hace 47 años, el presidente de la República, doctor Joaquín Balaguer tuvo que “manotear” con fuerza sobre la mesa y emplearse a fondo para que el entonces secretario de Las Fuerzas Armadas, teniente general Juan René Beauchamps Javier, dejara sin efecto su propuesta al líder reformista para que mediante un autogolpe de Estado se impidiera el ascenso al poder del hacendado Antonio Guzmán Fernández, virtual ganador de las elecciones presidenciales de ese día.
En medio de la incertidumbre que arropaba a gran parte del país, a las 12 de la noche de aquel día llegó a la casa del presidente Joaquín Balaguer el secretario de las Fuerzas Armadas, Juan René Beauchamps Javier, con su chofer, más un militar y el jefe del J-2 del Ejército Nacional y procura a Luis Pérez Bello para que le diga al doctor Balaguer que le urge hablar con él.
Pérez Bello baraja el encuentro con el líder reformista, y quien finalmente gestiona la urgente reunión Beauchamps-Balaguer es la hermana del presidente, Doña Emma Balaguer, quien se hizo acompañar por Daysi Báez y Luis Acosta Moreta, Luis El Gallo, quien tenía esa noche la misión de darle seguimiento a los resultados de las elecciones y le hizo saber a sus compatriotas más cercanos dentro de la casa de la Máximo Gómez #25 que la diferencia entre los votos rojos y blancos era tan pronunciada que no había forma de revertirla a favor de la causa reformista.
Tratando de calmar la ansiedad de Doña Emma Balaguer, Don Anibal Páez, otro de los hombres del anillo de Balaguer, consolaba a la hermana del presidente afirmando que cuando llegaran los votos de la sierra el resultado electoral cambiaría a favor del presidente y candidato a la reelección.
Tras recibirlo, Beauchamps Javier le propuso al presidente Balaguer un autogolpe, y el presidente le pregunta que dónde estaban los otros militares y si estaban en lo que el alto oficial le planteaba.
Al Beauchamps Javier quedarse en silencio, el presidente Balaguer da un manotazo sobre su mesa de cristal haciendo volar todo lo que tenía encima y proclamando a toda voz “A mi no se me da un golpe de Estado”.
Tras el golpe de mesa el general regresa a la Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas, hoy Ministerio de Defensa, y acompañado de otros militares de alto rango acuden a la Junta Central Electoral, situada a poca distancia del lugar, y ordena detener el conteo de los votos, generando una grave crisis política.
El tenso episodio de aquella oscura noche de primavera está relatado en el libro “La Casa del Presidente Joaquín Balaguer, Máximo Gómez #25 parte atrás”, escrito por Luis Acosta Moreta (Luis El Gallo), quien por más de 12 años formó parte del círculo íntimo del presidente y fundador del Partido Reformista.
En su obra, Acosta Moreta recuerda que, al día siguiente por la mañana, 17 de mayo de 1978, se presenta a la casa del doctor Balaguer el vicealmirante Rivera Caminero, acompañado de la orquesta de la Marina de Guerra tocando el merengue Chiquito pero Tupío, que interpretaba Joseíto Mateo, como una forma de levantar el ánimo a una militancia que se sentía derrotada.
Luis el Gallo también recuerda que usando al doctor Marino Vinicio Castillo como mensajero, el presidente Joaquín Balaguer le pidió a Vincho que se comunicara con Salvador Jorge Blanco, candidato a senador del Partido Revolucionario Dominicano por el Distrito Nacional para que detuviera cualquier celebración de la militancia perremeista porque estaba desmontando un golpe de Estado.
“Y en medio de aquel impase llega el embajador norteamericano, Robert Yost, en procura de una entrevista con el presidente. Se sienta en un banco de madera rústica, un normal banco que utilizaba la gente, y ahí lo dejó por horas y horas, donde se fumó más de cinco cajetillas de cigarrillos. Balaguer no lo recibe y le manda a decir que pida la entrevista vía cancillería. Y se marcha”, escribe en su libro Acosta Moreta.
Agrega Luis El Gallo, que luego de una serie de acuerdos donde intervinieron líderes internacionales se declaró ganador de las accidentadas elecciones al hacendado Antonio Guzmán Fernández, no si antes quedarse el Partido Reformista con el control del Senado, lo que además le aseguraba control sobre la Justicia y decidir a quienes elegir para integrar la Cámara de Cuentas, organismo que, según el doctor Joaquín Balaguer era la institución que, por sus funciones, llevaba a los tribunales a los expresidentes.
La cúpula militar del gobierno condicionó su apoyo al electo presidente a su colocación en posiciones clave, teniendo como interlocutor a Silvestre Guzmán, hermano de Don Antonio Guzmán, quien le hizo saber a los militares balagueristas que los cargos a que aspiraban ya estaban comprometidos.