República Dominicana-Cuatro meses después de la tragedia provocada por el desplome de la discoteca Jet Set, donde más de 230 personas fallecieron, persiste el dolor y la indignación entre familiares, amigos y una población que clama por justicia, ante lo consideran se pudo haber evitado.
El tiempo transcurrido no ha bastado para borrar la conmoción, el dolor y el luto dejados por el colapso que interrumpió la alegría de quienes, la madrugada de aquel 8 de abril disfrutaban de las canciones de Rubby Pérez, la voz más alta del merengue y que se apagó entre los escombros.
Pasados cuatro meses de la peor catástrofe de su tipo que haya vivido República Dominicana, las fotos de los fallecidos, carteles, velas y velones apagados y flores marchitas, continúan adornando el lugar custodiado por miembros de la Policía Nacional, mientras el clamor de justicia resuena entre aquellos que incluso no perdieron a ningún ser querido en la tragedia.
Los residentes en los alrededores del que fuera el más emblemático centro nocturno de la capital, piden derribar lo que queda de la estructura, asegurando que atenta contra su equilibrio emocional.
Con escasa presencia de los familiares de las víctimas, en memoria de los fallecidos y en demanda de un castigo severo para los propietarios de la discoteca, a quienes acusan de negligencia, la Diócesis Padre Montesinos celebró una eucaristía en el lugar del siniestro.
En junio pasado la Oficina de Atención Permanente del Distrito Nacional impuso 50 millones de pesos de garantía económica, impedimento de salida y presentación periódica como medidas de coerción contra Antonio y Maribel Espaillat, propietarios de la discoteca Jet Set y a quienes el Ministerio Público acusa de negligencia.
La medida fue apelada por el órgano acusador y familiares de algunos de los fallecidos y se espera que el tribunal apoderado del caso fije fecha para el conocimiento de la audiencia.
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