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Solo dos casos de cosas que suceden en República Dominicana

En el año 2019, uno de nuestros hijos regresaba de su trabajo desde la ciudad Capital hacia San Cristóbal y tratando de entrar a Madre Vieja Norte fue impactado por la parte trasera de su vehículo, por un motociclista que competía ilegalmente en una carrera en la carretera Seis de Noviembre.

El susodicho motociclista, prácticamente se introdujo en el vehículo de nuestro hijo, dejando parte de cuero cabelludo en la parte de arriba de la compuerta trasera, la cual destruyó con el impacto; mientras estaba en el pavimento y era auxiliado, la motocicleta del accidente, desapareció de la escena ayudada por los otros competidores.

La policía de tránsito, hoy Digesett, no levanta actas policiales en los lugares donde ocurren los accidentes, por esa razón el acta policial que se instrumentó en el cuartel de Hatillo, no hizo constar esto en su informe, pero sí admitió otra motocicleta sin ningún daño y con sus documentos en regla.

Mientras, el averiado motorista estaba incapacitado, se celebró una especie de juicio en el Tribunal de Tránsito de San Cristóbal, y nuestro hijo fue condenado a una presentación periódica durante 6 meses y a una fianza de $75,000.00. Cuando protestamos frente a la abogada de nuestro seguro, ella argumentó que eso era lo normal en esos casos, que no teníamos de qué preocuparnos.

Han pasado 6 años desde entonces, y año tras año nosotros recibimos un acto de alguacil sobre una vista judicial concerniente a este accidente; en principio, llamamos a las oficinas legales del seguro, para cerciorarnos de que ellos habían recibido este acto y de que enviaran sus abogados a representar nuestra parte y al seguro.

Dos meses atrás, decidimos ir personalmente al Dpto. Legal del seguro, para que nos explicaran qué está sucediendo con este caso, y nos quedamos con la boca abierta con las historias que escuchamos.

En nuestro país las leyes de tránsito no obligan a los motociclistas a estar protegidos por un seguro para daños a terceros; o sea que usted puede ir a una agencia de motocicletas y salir transitando por las calles y carreteras, solo con la factura de compra.

Según, nos informaron algunos amigos abogados del staff del seguro, las aseguradoras todas, tienen una crisis de acumulación de demandas por accidentes de motociclistas, la mayoría de sus profesionales legales están copados por las demandas civiles de los motociclistas accidentados; es lo que podemos llamar una verdadera epidemia motorizada.

Pero, mirando a otro ángulo de la vida cotidiana del pueblo dominicano y la Justicia; no sabemos si en los demás lugares del país, funcionará del mismo modo que funcionó con nosotros: En Enriquillo, uno de los municipios de la provincia de Barahona, la Justicia funciona de la siguiente manera; veamos nuestro ejemplo.

La Pinta y Manuel son dos “celebres rateros” que se metieron en el patio de nuestra casa materna, mientras dormíamos; una cámara instalada en la casa de un vecino, los grabó y demostró que estuvieron 45 minutos en el patio, por tan largo tiempo, se deduce que Pinta y su acompañante buscaban otra cosa, diferente a lo que robaron.

Al final, ambos decidieron cargar con un paquete de varillas de construcción que rondaba el quintal; cuando al día siguiente nos percatamos del robo, logramos conseguir una copia del video con el vecino y fuimos a la policía del pueblo.

Eso fue lo más risible, el sargento que nos atendió nos dijo que la institución no podía recibir ese video, que para que ellos actuaran, teníamos que ir a la fiscalía en la ciudad de Barahona a depositar una querella con las pruebas; pero que, además, si los delincuentes eran la Pinta y Manuel, era mejor que dejáramos las cosas como estaban.

¿Por qué? Preguntamos, y la respuesta fue, porque por un lado nosotros llegamos a Barahona con ellos y por el otro, los dejan libres; en las palabras del sargento, Pinta y Manuel llegan más rápido a Enriquillo que los policías que los llevan a Barahona.

Así, en conversaciones con los amigos policías de puesto en Enriquillo, nos quejábamos de las carreras de motociclistas en la calle Noé Sterling del Ensanche Tamayo, y le decíamos que ellos tenían todo a su favor para detenerlos y confiscarles las motocicletas, porque sabíamos que no tenían papeles ni cascos protectores, además casi todos eran menores de edad.

Y su explicación fue, “los vemos competir, calibrar encima de niños y ancianos, pero no podemos hacer nada, porque inmediatamente traemos uno vienen los padres acompañados de las autoridades municipales y recibimos las llamadas de nuestras altas instancias desde Barahona para dejarlos libres con sus fechorías”.

Así es la situación para la ciudadanía dominicana hoy; eso fue lo sufrimos en carne propia, durante casi cuatro meses de estancia en nuestra querida República Dominicana.  

Pero, revistiéndonos de paciencia, podemos poner al mal tiempo buena cara y hasta reír recordando algunas salidas de un expresidente de la República: ¡Presidente “la calle está dura” _Oh! ¡Súbase a la acera! _ presidente “esto es inaguantable” _! Si no puede vivir aquí, váyase a la Conchinchina!

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