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Don Tuto Herrera: el hombre que aferrado a Dios, con la confianza de amigos y sabiduría dio “un brinco” al negocio de gomas y creó a HYLSA, “Goma por un tubo”

República Dominicana.-La historia que contamos a continuación, tiene como protagonista a un hombre que de niño vivió entre las precariedades propias de una familia humilde. Desde muy temprano, la necesidad le obligó a conocer la fuerza del trabajo para ganar su primer peso, a los 14 años, en el muelle, “entre los barcos y esas cuestiones. Existía la Flota Mercante, que tenía tres barcos”, por las buenas relaciones de su padre en Aduana. “Ahí comencé yo”.

Estudiaba en el instituto Salesiano, sin saber “al día de hoy quien pagó mi beca. Por eso ayudo y pongo condiciones de que no se puede saber que soy yo, porque lo que hace una mano, la otra no debe saberlo”.

“Yo pasé hambre en la Flota Mercante…hambre. Para ir al colegio, mi mamá lo que nos daba era un chocolate de agua y un pancito. En el salesiano donde estudié, que era de internos y semi-internos, había una señora que me pasaba los platos de la comida del mediodía, que no podía, porque si los curas la veían ya usted sabe”.

En medio de la escasez y, el atrevimiento de un tío que en Venezuela habló en contra del tirano, que además sacó a la familia de la casa “de los Trujillo” que habitaban en el ensanche Luperón, aquel jovencito, con apenas 16 años y 80 libras de peso, se vio obligado a emigrar a Nueva York, a casa de una tía materna, a donde llegó de noche, con 11 dólares en los bolsillos, una dirección de la madre de un amigo y las ganas de trabajar para ayudar a su familia.

“Yo tenía un amigo dominicano que me había dado una dirección y me dijo que buscara a su mamá cuando llegara. En el Bronx, toqué, como a las 11 de la noche, donde me esperaban con un plato de espaguetis. Al otro día, cuando yo me levanté, la doña salió conmigo a buscar trabajo y me consiguió trabajo”.

Tutico, como le llamaba su madre, se hizo especialista en la elaboración de muñequitos de lana, en una industria judía. “Me dieron trabajo de una vez. -por eso soy pro-judío- (y lo confiesa mostrando un dije que carga en el cuello).

“Mi madre tenía pasaporte puertorriqueño y estaba en mala y me traje a mi mamá a Nueva York, con una hermana mía, pero a los dos años, le dije a mamá: no, usted no puede estar aquí”, contó, para entonces referir que la alternativa fue regresar a su madre a Santo Domingo, llegando él más atrás, con todos los ajuares en un barco, que gracias a las relaciones que había dejado en el muelle, “me trajeron de balde y la carga de balde”. En poco tiempo, “le monté un apartamento aquí a mi mamá. Yo tenía 19 años cuando llegué y ahí es que comienzo a vender goma.

Jorge Francisco -Tuto- Herrera Pavón

Yo comencé a vender gomas a pie.

Teniendo 19 años, Jorge Francisco Herrera Pavón se inició en el mundo de las gomas o neumáticos para vehículos, trabajando como vendedor para una empresa en su momento líder en el mercado.

La visión progresista de aquel joven y la experiencia que adquirió durante diez años “negociando” gomas, lo motivan a formar junto a cuatro hermanos, la empresa IMEX, dedicada a la importación y exportación. Doce años después, con la empresa ya establecida en el mercado, Tuto, como le apodó su madre, decide independizarse, una decisión que implicaba redoblar esfuerzos para el sustento de la familia que venía formando.

“Ya yo estaba casado; empezaron a nacer los muchachos, cinco, uno detrás de otro. Los hermanos también habían formado familia cada uno”.

Ya con 22 años de experiencia (12 con hermanos y 10 en ATLAS Comercial), Tuto emprende camino y, en el trayecto, su compadre y amigo Federico Lalane José le pide que se asocien en un negocio, para el cual cada uno debió invertir 28 mil pesos.

“Yo, en la separación de mis hermanos, me toca medio millón de pesos, con una cesión de crédito en Obras Públicas, estando Delgado Malagón como secretario, y yo fui donde él y le pedí que me autorizara ese pago, porque me había independizado y tenía hijos que mantener y echar pa´lante. Eso me ayudó bastante, porque ya podía sostener mis hijos y seguir en el trabajo”.

Una compañía de préstamos, propiedad de Lalane José, sirvió entonces como local (alquilado) para las operaciones de la empresa que pronto comenzaba a crecer. “Lalane tenía contactos de una persona que tenía 4 furgones de gomas usadas en el Canadá, que nos puede fiar esos cuatro furgones…vamos a traerlos. Y, traemos los cuatro furgones. Con ese primer dinero que tenemos, pagamos los impuestos. Yo mismo manejando un camioncito que compramos, iba a Aduana y la llevaba a vender”.

Don Tuto Herrera, junto a su hijo Jorge, el mayor de 5.-

La primera factura emitida por HYLSA está registrada a nombre del deportista Juan –Piñao- Ortiz, para un vehículo tipo cepillo, por un monto de 25 pesos.

“Y ahí arrancamos”. En negocio de las gomas usadas arrancó con buen pie, pero el hombre (Tuto Herrera) comenzó a notar que las gomas usadas no eran su negocio.

“Le digo a Federico: Federico, este no es mi negocio, el de gomas usadas; yo soy de goma nueva. Yo tengo unos contactos en Miami, que eran suplidores cuando estaba con mis hermanos en el negocio de las gomas.

¿Por qué HYLSA?

La sociedad entre los amigos y compadres Jorge Francisco Herrera Pavón y Federico Lalane José, se conjugó para dar nombre a su empresa.  Su amigo, el publicista Fernando –Nandy- Rivas, se encargó de deletrear los primeros apellidos de los socios (Herrera y Lalane), como Sociedad Anónima, pero al ver Tuto las letras, le pidió unirlas, para que, en vez de H y L, SA, entonces se leyera “HYLSA”. Don Tuto recuerda que Nandy Rivas reaccionó considerando “bonito nombre”, pero le agregó “Goma por un tubo”.

“Mejor todavía”, porque quedaba claro y resultaba fácil asimilar el nombre de una empresa dedicada a la venta de la goma y el tubo para vehículos.

Pero, para completar la perfección y el éxito que se advertía del negocio, era preciso y necesario un elemento que para don Tuto “era un problema”, pero que para el publicista era más que importante: salir por televisión a promover el producto.

“Yo!…yo no doy para eso. Primero, yo soy media lengua…yo nunca me he visto frente a la televisión…nunca me ha gustado”.

Lo que quería hacerle entender el publicista amigo, que finalmente lo convenció, era que “Todo el mundo te ve como una goma; si tu no sale en la televisión, va a ser un fracaso el negocio”.

Pero, además de promover el producto con su imagen en la televisión, “tengo que buscar quien me apoye; que tenga peso”, fue cuando Tuto pensó en “Pemberton, el de los caballos” (el narrador hípico Simón Alfonso Pemberton, fallecido). Voy y le pido ayuda, de que me promueva en los caballos, en el programa deportivo de él, y me dijo: sí, lo que tú quieras”.

“Ahí comienza el brinco que yo le dije de goma usada a nueva”, recuerda durante la conversación Don Tuto Herrera.

Ya con nombre “bonito y fácil”, promoción en televisión y las ganas de echar pa´lante, entonces había que tocar contactos para obtener gomas nuevas en altos volúmenes.

“Pido a un contacto que había hecho en ATLAS que me fie un furgón de gomas nuevas, que le iba a pagar entre 30 y 45 días”. Cumpliendo con la palabra empeñada, l hombre que comenzaba a perfilarse como un próspero empresario, saldó a los 30 días la deuda y, de inmediato solicitó dos o tres furgones más, para pagar en 45 o 60 días, “que tu verás que yo te voy a pagar”.

“Ahí arranca HYLSA ya con poder”. En esos inicios, el hijo mayor de tuto Herrera, Jorge, “se mete a ayudarme, pero estaba pequeño; cargaba las gomas de los furgones y las metía para el patio y dos o tres que del negocio con los muchachos (los hermanos Herrera), se fueron conmigo, entre ellas una comadre, Ángela García, una hermana mía en la que yo confío mucho y cuando formamos a HYLSA dijo: no, yo me voy contigo para ayudarte, y no me pague hasta que el negocio eche p´lante”, pero don Tuto asumió la responsabilidad de empresario y “nunca dejé de pagarle”.

Durante la conversación sobre los inicios de HYLSA, don Tuto vuelve a manifestar, visiblemente orgulloso y satisfecho que, “ahí arranco yo fuertemente, ya echando pa´lante, por allá por los años 85”.

Pero, para ese fuerte arranque, el negocio ameritó de un crédito que le otorgó el Banco Popular, siendo Francisco García su vicepresidente.

Para aquel empresario, un hombre de 32 años, todo cuanto le podía servir para establecer a HYLSA, era una oportunidad de oro. Con el apoyo de Goyo y Manuel Jiménez) en el Banco Popular instalado en la Isabel La Católica, Tuto compró en RD$8,000,000.00 (ocho millones) un terreno en la av. Luperón, esquina Enriquillo, (donde estaba Ferretería Sousa).

Ese martes –cuenta- le dijo a sus amigos del banco “yo te voy a dar un cheque sin fondo, pero el viernes tiene fondo. Le pagué el cheque. Esa cuenta la pagué yo en dos años, y me habían dado un crédito a 8 años”.

Jorge, el hijo mayor que ya le “metía manos con las gomas” se trasladó al terreno con el negocio de venta de aceite ZUNOCO, “y yo todavía en la (av.) Independencia, hasta que, en un tiempo prudente “me mudo para allá muy bien, en la Luperón”.

El negocio “de maravilla” y aparece otro terreno

El conocimiento que en asuntos de gomas había adquirido don Tuto, impulsaba el negocio, hasta colocarse número uno en el mercado. “En ese proceso, se aparece una oportunidad de otro terreno, que es donde está el edificio HYLSA, frente al Banco de Reservas, en la Churchil. El precio pagado por este otro terreno (propiedad de los Piantini) ascendió a 15 millones de pesos, también prestados por Manuel Jiménez en el Banco Popular, que además financió la construcción del edificio, “y ya tengo esos dos”.

El éxito cosechado por su entrega al negocio, le hizo merecedor de reconocimientos, como el que le hiciera el Banco Popular, entre otros “Grandes Empresarios Jóvenes Emprendedores con buenos futuros”, distinción que “me impactó de manera increíble”.

“Ahí sigo yo progresando en el mercado, grandemente. Monto una sucursal en Santiago, compré el terreno financiado también por el Banco Popular”, Y es que, “todo lo que yo iba a buscar al banco, nunca me decían que no”, como tampoco él dijo no cuando el Popular lo necesitó para “manejarse” y despejar la bola incierta que corría sugiriendo que estaba quebrado.

Con la familia

El impacto que iba generando para don Tuto el éxito del negocio, lo concentraba cada vez más en la formación de sus hijos Giovanny, Dinorah, Kristian, Karen y Jorge, el mayor, que aunque emprendía ya de manera independiente, con la venta del lubricante ZUNOCO, igual requirió del respaldo de su progenitor, para la compra de la marca de goma YOKOHAMA, que representa en República Dominicana.

La entrega a la formación y proceso de estudios de sus hijos, incluido César, hijo de su actual esposa, le generó a Jorge Francisco Herrera Pavón la distinción de “Padre Ejemplar” por parte del Instituto Politécnico Loyola.

“Yo era fuerte, pero recto y obligaba a que tenían que estudiar”.

Con la emoción que genera sentirse el mejor padre, dándole todo, aún cuando otros entienden no es bueno dar demasiado, Don Tuto Herrera expresa “Yo trabajé para mis hijos. (…) Los gradué en el Loyola y además de eso los fui mandando a Estados Unidos y todos estudiaron en Estados Unidos.

“Yo soy muy cristiano

También, entre las páginas de trayectoria como empresario y su entrega familiar, Don Tuto dejó saber bien claro de su creencia en Dios; no en la suerte.

“Yo no creo en suerte”, esto para dejar claro que en vida le ha acompañado “la bendición de Dios. Yo creo en la Gracia de Dios, pero en suerte yo no creo; eso no es verdad, la suerte no existe”.

El Quinto Mandamiento en cada palabra, frase u oración.

Durante el tiempo de conversación, Don Tuto Herrera refirió, no se sabe cuántas veces, al “Quinto Mandamiento” de la Ley de Dios en la Biblia. Y es que, en el proceso de crecimiento de HYLSA, a su madre enferma y, por la gravedad de una cirrosis ya diagnosticada, los médicos le advierten dos años de vida. “Yo tengo que llevarla a Estados Unidos en un avión ambulancia; me le dan dos años de vida y digo bueno, comenzamos el tratamiento. En ese proceso yo llevo a mi mamá, no a dos años, la llevo a 12; yo no sé cómo (…) Yo me apegué a Dios y a pedir a Dios por mi mamá”.

Don Tuto y el Salmo 40:

Por los casos y las cosas que han marcado su vida, tanto las muy buenas, como el éxito empresarial, desde que formara, junto a Lalane José, HYLSA y, las muy malas como la muerte de su madre, 12 años después de que por un diagnóstico de cirrosis, le pronosticaran solo 24 meses de vida. Pero además, vivió “en carne” los accidentes y enfermedades que casi le arrebataban a algunos de sus hijos. Y, como si fuera poco, al hombre que ha luchado por la vida de la familia, también le toca luchar para sobrevivir a un cáncer que lo llevó al quirófano en 7 ocasiones. Hoy vive en la normalidad, con la recomendación de “bajar a cero la bebida (alguna copita de vino ocasional”. Ahí aprovecha para decir que “la vértebra 5 a mi me la sacaron. Tengo cuatro barras de titanio en la espalda. Me operaron de la nariz, que duró 10 horas la operación. Otra vivencia que tuve”. Ciertamente, como dijo, su vida es una novela.

Aferrado siempre a Dios, “antes de la operación yo me puse a leer la biblia al lado de la cama. (soñé que me había caído de un avión y él (Dios) me sacaba de un pozo para salvarme la vida. Yo no había leído el Salmo 40) Cuando abro la biblia, sale el Salmo 40…léanlo”, sugirió a los participantes de esta entrevista que se convirtió en una amena conversación.

Acogiendo la sugerencia de don Tuto, volvimos a repasar, con mayor cuidado, el Salmo 40 en la Santa Biblia, que contiene dos partes principales: la primera, un salmo de agradecimiento por la liberación de Dios de una situación de gran dificultad, sacándolo del "pozo" y del "lodo" para ponerlo sobre una roca firme; y la segunda, una oración de petición de ayuda a Dios ante la aflicción y el sufrimiento. El salmo enfatiza la importancia de esperar pacientemente en el Señor, quien promete cuidar de los necesitados y liberar a quienes confían en él. 

La contada es la historia de un emprendedor que, con los años, las canas, el respeto y la experiencia, comenzó a trazar pauta en el mercado de las gomas, en República Dominicana, teniendo como consejeros a Miguel Dáger “tremendo hombre, administrador cuando Trujillo del Banco Agrícola. Era mi consejero”. Y el empresario, filántropo y deportista,  Antonio (Papía) Najri Acra (fallecido 2021) “era como un padre”.

Don Tuto Herrera, hoy con 82 años y una empresa diversificada, no alcanzó más que el 4to. de bachillerato, pero, “¿qué me dio Dios?…sabiduría; no inteligencia, y eso es lo que me ha llevado a donde estoy hoy. Nada es posible, sin la ayuda de Dios”.

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