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SANTO DOMINGO.- Las constantes críticas de conductores y ciudadanos obligaron a las autoridades a dar marcha atrás de manera parcial en el polémico reductor de velocidad instalado en el Malecón de Santo Domingo, una estructura que desde su colocación generó congestionamientos y abrió un amplio debate sobre el modelo de movilidad que se impulsa en la avenida George Washington.

Ante las quejas por la magnitud y el impacto en la circulación vehicular que provocaba el badén ubicado frente al Parque Eugenio María de Hostos, el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant) dispuso su modificación, con el objetivo de facilitar el tránsito de los vehículos que frecuentan esta importante vía.

Sin embargo, la medida continúa generando opiniones encontradas entre los conductores. Algunos consideran que el reductor debe ser retirado por completo, mientras otros llaman a reflexionar sobre la planificación vial y el desarrollo urbano del Gran Santo Domingo.

“Lo veo muy mal eso, es inaceptable, por aquí transitan muchos vehículos pequeños actualmente y eso no se puede, lamentablemente yo no estoy de acuerdo con eso”, expresó Ángel Torres, conductor entrevistado en el lugar.

En la misma línea, Freddy Rosario afirmó que el rechazo ha sido generalizado y advirtió sobre los riesgos de accidentes. “Ha tenido el rechazo de todos los conductores y de la población, es imposible. Tienen que tomar una medida rápida antes de que se produzcan accidentes. Quitarle y poner algo más sencillo como pelotillas amarillas como medida de precaución, pero así no”, sostuvo.

Otros ciudadanos criticaron la forma en que se ejecutó la obra y la falta de señalización adecuada. “Lo corrigieron, pero una cosa como estaba sin ninguna pintura ni nada, eso lo que ha sido un abuso con este pueblo, poner una cosa sin una señal ni nada. El titular de Obras Públicas sabe lo que debe hacer, la ciudad entera está llena de hoyos”, manifestó el licenciado Dechamps, conductor.

Pese a las críticas, con esta modificación las autoridades reiteraron su compromiso de transformar la avenida George Washington, que históricamente ha funcionado como una vía de desplazamiento rápido, en una avenida familiar y turística, donde en determinados tramos la velocidad máxima permitida sea inferior a los 30 kilómetros por hora.